sábado, 26 de septiembre de 2009

CINE GOURMET

LA DOÑA PETRONA DE LOS EE.UU.

Mucho más famosa y popular, incluso que Meryl Streep -quien la interpreta en el cine-, Julia Child fue la primera cocinera que dio clases por televisión y llevó un poco de glamour francés a las mesas norteamericanas. Silvina Pini para Crítica Digital

La película Julie & Julia gira en torno a un personaje desconocido fuera de Estados Unidos, pero fundamental para la historia de la cocina norteamericana, Julia Child. Todos los países han tenido su Buenas tardes, mucho gusto y su Doña Petrona C. de Gandulfo.

En los años 60, cuando ser ama de casa empezó a ser una profesión que exigió manejar aparatos, hacer cursos y ganar títulos, Julia Child conquistó Estados Unidos con el arma más poderosa, la TV, que emitía su programa de media hora, The French chef. Así la Child marcó el american way of life, con un toque francés y se conviritó en la primera en cocinar por televisión hace ya cuarenta y seis años. Refinamiento francés, propaladora americana.

La época le fue propicia. Jackie Kennedy era una primera dama abiertamente francófila. No sólo fue un ejemplo de glamour afrancesado en su estilo de vestir, sino que contrató un chef francés para que cocinara en la Casa Blanca.

Hollywood mostraba desde la pantalla su idilio con París en películas como Sabrina o Un americano en París entre muchas otras, y el paraíso se acercaba considerablemente desde que las líneas aéreas hicieron sus primeros viajes a la ciudad luz en jets y ya no en aviones a hélice. En este marco favorable, Child enseñaba técnicas de cocina francesa para al público masivo. El éxito fue rotundo. Varias generaciones de mujeres norteamericanas han aprendido a cocinar con ella y le profesan el cariño que se puede tener por una tía o una abuela.

Child no era una mujer cool, canchera con las cámaras. Al contrario, era una mujer grandota con cierta rigidez corporal y una forma marcial de hablar que las televidentes tomaron como una genuina preocupación por que cada una de ellas aprendiera a cocinar bien. Su estilo duro, casí rústico, era recibido como un signo de máxima franqueza y complicidad. Aún hoy, a cinco años de su muerte -fue en 2004, a los 92 años- la red está llena de testimonios de agradecimiento que remarcan la extraña sensación de que Julia le explicaba personalmente a cada una.

Si bien revolucionó la vida cotidiana de muchos hogares norteamericanos, Child no había sido hasta el momento de iniciar su carrera meteórica, hasta convertirse en un ícono de la cultura norteamericana, una mujer sencilla.

Nacida como Julia Mc Williams en una familia de clase alta en Pasadena, California, en 1912, creció rodeada de mucamas y cocineras, sin pisar la cocina. Cuando terminó la secundaria se mudó a Nueva York y trabajó en inmobiliarias. Comenzada la segunda guerra, se trasladó a Washington en 1941, donde se ofreció como voluntaria en la Oficina de Servicios Estratégicos, una especie de agencia de inteligencia. Al poco tiempo le encomendaron una misión secreta en Ceilán, hoy Sri Lanka y en el 45 fue enviada a China, donde conoció a Paul Child, un compañero de la agencia secreta, poeta y fotógrafo amateur e, importantísimo, un gourmand.

Terminada la guerra, Paul y Julia regresaron a los Estados Unidos y se casaron en 1945. Obediente esposa, al año siguiente acompañó a su marido a su nuevo destino al servicio de la embajada estadounidense en París.

Allí, mientras Paul usaba su zapatófono, Julia se entregó a un placer fácil: comer como los dioses. Probó un lenguado meunière y todo se echó a rodar. Se anotó en la escuela de cocina más famosa de Francia, Le Cordon Bleu, pero se equivocó: quiso anotarse en un curso de seis semanas y lo hizo en otro de un año. Finalmente estudió seis meses. Era la única mujer de la clase y para hacer frente al desafío tomó clases privadas con Max Bugnard, un docente de la escuela.

Se sabe, compartir los placeres de la buena mesa genera amistades especiales. Simone Beck y Louisette Bertholle habían formado una asociación gastronómica de señoras francesas, Le Cercle des Gourmettes, a la que Julia se incorporó formalmente. En 1951 las tres amigas abrieron en París su propia escuela de cocina, L'Ecole des Trois Gourmandes, y en seguida se les ocurrió escribir un libro, Mastering the Art of French Cooking, que se publicaría una década después, en 1961.

No hay comentarios: