La comida es rica, seguramente, pero nada que hoy no se coma en algún buen restó de autor o en otro hotel de la misma categoría. O en Puerto Madero sin ir mas lejos.
Entonces decidimos pasar por alto nuevamente la experiencia a la carta y subimos un par de escalones para llegar al Bar Uvas del hotel.
La decoración es "hotel", lógicamente (y si se entiende o existe el término) donde se destaca un piano de cola rodeado de barra. Esa idea está muy buena. Cuando fuimos nosotros el pianista estaba de franco, o aún no había llegado, pero el concepto es bueno.
Pedimos un par de copas de vino, en realidad lo hicieron mis acompañantes, yo me mandé (no pude resistirme) con un Bloody Mary picante. Y aunque el barman no tenía onda, el trago sí. Estaba a mi gusto. Los demás pudiero degustar de unas buenas copas de vino por copa. Vinos poco comunes, más aún por copas.
Tiene dispenser de vinos y, en él, hay otros vinos diferentes a los que dicen en la carta. O sea, faltan los vinos de la lista y tienen otros fuera de ella. Las copas oscilan los 15 mangos, pero es una buena forma de poder probar cosas nuevas. Eso vale. El acompañamiento no es para nada 5 estrellas... un plato de palitos salados.
El resto de la barra es correcta. Los vodkas, gines y wiskies que el mundo toma, más algunas cosillas de precio delirante. Cognacs de colección y alguna que otra rareza de exportación.
Nos fuimos como vinimos. Con ganas de "algo".
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